Aunque los lazos materiales desaparecen con a muerte de un Ser Querido,

los espirituales se fortalecen cuando nos unimos con ellos en oración.

El Vuelo de la Mariposa

Testimonio de José Luis

12/04/2019

Testimonio de José Luis

Desde mi propia vida:

 

Diferencia entre vivir la muerte del ser querido desde la oscuridad y vivirla desde la luz del conocimiento. 

Soy un padre que también ha vivido El Regreso a Casa de una hija hace ya diez y ocho años. Ocho después, también se fue otro hijo. La niña tenía doce, y la leucemia fue el medio que utilizó para terminar su quehacer en este plano. El chico se fue de manera súbita una noche de verano mientras dormía. Tenía treinta y uno. 

La experiencia de mi vida cuando nos dejó físicamente Elena fue terrible. 

Yo creía que la gente se moría y desaparecía en La Nada. En esa situación, a mi modo de ver, no hay terapia que sirva. Puedes intentar regresar a la vida que te ha expulsado con la muerte del ser querido -en este caso un hijo- pero nunca te vas a acoplar porque esa vida ya no te vale por más que… 

Yo terminé decidiendo que lo mejor para mí, para mi familia y para el mundo era que me quitase del medio y a los cuarenta días de duelo me levanté bastante antes de amanecer convencido de que ese era mi último día de sufrimiento. 

Ese día fue el más importante de mi vida porque aborté a la persona que había formado durante mi vida y dejé espacio en mi interior para que lo empezase a ocupar un hombre nuevo. Llevaba viviendo Mi Noche Oscura cuarenta días y aquéllas fueron las horas del parto. Sentí el desgarro físico en mis entrañas. Mi corazón que ya estaba roto por el sufrimiento terminó por desgajarse de mi mente y alumbró un corazón habitado por una mente limpia como la de un niño recién nacido. 

Luego, unos minutos después, un hecho incompresible para la razón lógica me produjo un choque emocional que supuso el comienzo de ese nuevo ser. Aunque no fui consciente de lo que acababa de vivir, por sorprendente, vació mi mente durante las próximas horas. 

De manera automática, cogí el coche y me fui a las afueras de Madrid. En medio del campo aparqué mirando al sol y allí estuve toda la mañana inconsciente del paso de las horas. Cuando volví en mí, me di cuenta que era la hora de comer y volví a mi casa mientras mi mente repasaba lo que acababa de vivir aún sin encontrar explicación racional al suceso. No era éste el suceso más irracional que había pasado delante de mis ojos desde el tercer día de la marcha de mi hija, sin embargo fue el primero que logró abrir un cerrojo en mi mente cerrada por “mis creencias” y que penetrase en mí. Como digo, una persona nueva empezó a ocupar mi vida. Por supuesto este análisis de lo ocurrido aquél día es muy posterior al suceso. Empecé a buscar y avanzando entre dudas y más dudas, poco a poco fui descubriendo que lo que creemos que significa el “morir” es una mentira que mantiene a los seres humanos esclavos del miedo a la muerte y desde ahí los demás miedos, todos los miedos. 

Ocho años después, Roberto también se fue, pero ahora ya no hubo tan siquiera dolor en mi corazón, solamente una agitación mental que duró una semana. Lo que tardé en acondicionar mi mente a la nueva situación, a la nueva manera de seguir la relación con él. 

Mi mujer y yo sentimos a nuestros hijos totalmente integrados en nuestro día a día, no como antes, pero tan intensamente o más que entonces.