Aunque los lazos materiales desaparecen con a muerte de un Ser Querido,

los espirituales se fortalecen cuando nos unimos con ellos en oración.

El Vuelo de la Mariposa

Testimonio de Flor

11/05/2019

Testimonio de Flor

Por diferentes motivos no he podido realizar los vuelos ni con vos ni con Juliano. Quizás ahora que por lo que entendí han cambiado los horarios en España y al parecer ahora las 11 de la mañana de allá serían acá las 7. Quizás ahora pueda realizar un vuelo con vos. Este sábado no puedo… En resumen mi estimado amigo, paso a contarte lo que me ha sucedido.

 

Buenas noches mi querido José Luis.
Por diferentes motivos no he podido realizar los vuelos ni con vos ni con Juliano. Quizás ahora que por lo que entendí han cambiado los horarios en España y al parecer ahora las 11 de la mañana de allá serían acá las 7. Quizás ahora pueda realizar un vuelo con vos. Este sábado no puedo… En resumen mi estimado amigo, paso a contarte lo que me ha sucedido.
El día de ayer, domingo 11, tuve la idea de tratar de hacer el vuelo con un vídeo tuyo, donde esta Emilio Carrillo (un Genio), y otras personas a las cuales les guiaste su vuelo. Sin saber qué sucedería y con muy pocas expectativas, me dije lo voy a intentar porque tengo ganas de hacerlo, total, seguro que no conecto con nada. Y en definitiva no pierdo nada ni tampoco me voy a sentir mal, ya que he escuchado que hay personas que no lo han logrado las primeras veces.
Pensando de esta manera me dispuse a intentarlo.
Imaginé todo lo que pediste. La luz en la glándula pineal, la semilla en mi corazón que se convirtió en un ramo de pimpollos de rosas blancas, el cual dejé enterrado en un pequeño agujero que hice. Ahora que lo recuerdo, el ramo estaba cubierto con papel, como los ramos que se regalan. Raro… Bueno. Me fui caminando por el pasto verde, muy verde. Iba descalza y con un vestido blanco hasta la rodilla, acampanado y con dos bolsillos, como los bolsillos de los delantales que usamos en la primaria. En esos bolsillos llevaba el polvo de estrellas.
Pediste que miráramos y que dijéramos qué veíamos. La señora del vídeo te dijo que veía un árbol… yo no veía nada, solo un prado verde-Luego vi un árbol, me subí a él como vos le dijiste a la señora. Yo trepé aunque hasta la mitad. Hasta que dijiste que de un salto podía estar en la sima. Así que salté y estuve arriba. 
Vi un lugar hermoso. Era una cascada pequeña que desembocaba en una pequeña laguna. Muchas flores arboles verdes y arbustos verdes también. Me fui hasta ese lugar, bajé de un salto e iba corriendo. Luego te escuché decirle a la señora que podía volar y abrí los brazos y volé hasta allá.
Cuando baje, volví a sentir el pasto en mis pies. Me paré ahí a mirar eso tan bello. Y pensaba… Me sentaría acá a tomar unos mates con algo rico jajaja. 
Luego le decías a la señora que si veía a alguien. Ella vio a alguien que estaba lejos. Yo no veía a nadie. Ni siquiera un animalito. Pues bien me dije, me sentaré acá a disfrutar de este sol. Me senté y luego me acosté. Cerré los ojos… Quería sentir el olor a hierba o al agua. Pero no percibía olores. Así que volví a abrir los ojos (los de allá) me quedé observando el agua caer, las flores… y de pronto, de detrás de los arbustos, salieron unos niños pequeños, como de tres a cinco añitos. Reían y jugaban. No sé cuántos eran pero al recordar ahora, creo que como cinco…
Jugaban detrás de mí y reían sin darse por aludidos de que yo los observaba. Se escondían en los arbustos y salían. En fin después de mirarlos un ratito decidí dejarlos jugar y volver a acostarme para seguir disfrutando de ese lugar.
Cerré los ojos por un instante y sentí que uno de esos niños me abrazaba tumbado encima de mí.
Abrí los ojos y podía sentir que su brazo estaba encima de mi pecho y cuello, pero no lo veía. Ah!, me olvidaba; todos los niños vestían de blanco. Y como que no pude saber si eran nenas o varones cuando los veía jugar. Sólo eran niños.
Bueno, como no podía ver quién era el que me abrazaba, me incorporé despacio hasta quedar sentada. El chico seguía abrazándome sin mostrarme su rostro. No sabía qué hacer, si sacarlo para verlo o no. Por lo que escuché tu voz que decía que le mire el cabello o las manos. Pues bien, le miré primero sus manitas, sus deditos flaquitos, largos y tan delicados. Luego fui subiendo la mirada por su brazo. Y vi que tenía el cabello largo, negro y con unos bucles. Seguí subiendo y no veía un rostro que conociera o nítido, hasta que creció y se convirtió en mi amada hija Yanet, joven muy joven, como de 15 años. Me puse a llorar. La abracé, le dije que estaba hermosa! Que me alegraba de verla bien y feliz. Ella no me decía nada, sólo sonreía.
Le pregunté por su hermano y vino un chico, delgado, rubio, también como de 15 años. También sonreía y usaba pantalones blancos, cortos con unos tiradores y una camisola blanca. Le pedí perdón y le dije que también lo amaba. Luego pregunté por mi madre, quien vino también enseguida. Ella no vestía de blanco, ella parecía como de 45 años y vestía una falda gris con una remera o camiseta, no sé cómo le dirán en España, de color azul. Tampoco me habló. Le dije que la veía muy bien y que eso me ponía feliz. Le pregunte si estaba ahí mi abuela y su hermano (mi tío) y como que sentí que dijo: Estamos todos acá. Y vinieron ellos. Mi abuela como la recuerdo, con sus años 65 o 70, pero en muy buen estado de salud y mi tío joven también, como de 35 años. Muy bien todos. Y todos sonreían con una gran sonrisa.
Luego les pregunté, qué hacían allá? Si trabajaban… y como que Yanet me mostró a los niños y como que entendí que ella estaba con ellos. No sé si acompañándolos o enseñándoles como una maestra jardinera. Mi mamá como que supervisaba algo, no sé qué. Mi tío como que era un maestro o profesor, y mi abuela, no lo recuerdo ahora. Yo lloraba con los ojos de acá, pero allá estaba feliz, y muy emocionada. Abracé a mi mama y a mi hija. Le dije a Yanet lo muuucho que la extrañaba. Y luego mi tío y mi abuela se fueron. Yo me senté en el pasto abrazada a Yanet y a mi hijo y mi mamá se sentó un poco más allá sola.
Luego se levantó mi madre y los chicos también. Entendí que ya se iban. No quería. Pero sabía que ellos y yo teníamos que volver. Se empezaron a alejar caminando despacio y girándose cada tanto para mirarme hasta que desaparecieron detrás de los arbustos.
Me quedé sola ahí. Y me dije, bueno tengo que volver como me vine. Así que empecé a caminar por el prado verde sin árboles. Escuché tu voz que decía que volviéramos a donde habíamos dejado el ramo. Así que volé hasta que desde arriba lo vi. Bajé y los pimpollos ya se habían abierto. Era un ramo de rosas blancas. Lo tomé siguiendo tu voz. Y lo vi achicarse hasta que volvió a ser una semilla. La puse otra vez en mi corazón y luego abrí los ojos. 
Me sentía rara. Me preguntaba… lo imaginé todo? Aún sentía como que todo brillaba mucho… me sentía rara. Sequé mi cara y cuello, que estaban super mojados de las lágrimas. Y luego me sentí muy bien todo el día. Sin sentimiento de angustia, sin preguntarme más si todo fue la imaginación. Pues ya qué más da si así fue-
Quería contarte esto! Y darte infinitas gracias!
Te mando un beso enorme!!
Me lo paso mirando por YouTube a Emilio y a vos. Son unos Genios para explicar lo que es la muerte y su transición.
Mucha luz a ambos.
Flor.
Cuando le pido permiso a Flor para compartir su relato, me responde con esta carta:
Buen día José Luis!!
Claro que puedes compartir lo que te conté... aunque aún mi razón me dice que lo imagine todo. Pero bueno... le digo, como vos dijiste que le digamos. Sííí me lo imaginé. Pero la pase bien.
Una cosa que me olvide en el relato es que cuando estaba con ellos sentía una gran emoción y no sabía qué hacer para que ellos entendieran lo feliz que estaba de verlos, por lo que me acorde del polvo de estrellas y metí mi mano al bolsillo y les dejaba caer polvo desde sus cabezas y era como que con eso les estuviera dando todo mi amor.
Omití mi apellido por favor. Ya que aún dudo si eso fue real. Cuando tenga plena seguridad de que puedo conectar con ellos. No tendré ningún problema en contarlo yo misma.
Un beso enorme.
Cuídate.
Flor.