Aunque los lazos materiales desaparecen con a muerte de un Ser Querido,
los espirituales se fortalecen cuando nos unimos con ellos en oración.
12/04/2019
Sigo mi camino y en la mitad del prado veo de espalda a alguien vestida completamente de blanco. Su pelo era de un largo, negro, hermoso. Yo camino, y mi corazón parece que va a explotar. Sé que la conozco y mi emoción desborda por todas partes! Era ella, mi niña bella! Gira lentamente y me sonríe con esa sonrisa hermosa que solo ella tenía. Mi Andrea, mi bella sobrina.
Me abraza y ese abrazo me parece eterno, con cariño, con un inmenso amor.
No nos dijimos nada, solo eran emoción y sentimiento.
Querido José: Saludos desde Chile. Vivo en una apartada localidad en esta bella isla al extremo sur de Chiloé.
Ayer estuve viendo vídeos instructivos guiados por ti, relacionado con el vuelo de la mariposa. Y hoy medité y viajé hasta un bello lugar cerca del campo, en un día nuboso pero muy cálido.
Antes de eso, me conecté primero con mi glándula pineal y luego con mi corazón, transformando esté en un bello ramo de flores blancas y pequeñas.
Me vi caminando por un sendero de tierra y hierba en un prado grande donde sepulte mis flores, para luego caminar hasta un lindo árbol frondoso que entre medio de sus hojas verdes se reflejaba el sol tibio de media tarde.
Me atreví a subir hasta la cima del árbol, para luego hacer pequeños saltos desde el mismo árbol hasta la tierra, a veces desestabilizándome un poco.
Gritaba como una niña pequeña, jugando a dar brincos y luego seguir descalza nuevamente mi camino.
Después llegué al mar y me encontré sentada junto a una mujer de edad media y pelo largo. (Era mi abuela materna)
Reímos mucho, como contándonos el mejor chiste! Fue muy grato ese momento, de mucha felicidad.
Me despido de ella alegremente y sigo el camino, llegando hasta un grupo de personas, cerca de unos árboles.
Al acercarme, una mujer madura de 40 años más menos y de piel blanca, delgada, vestida de blanco y pelo largo claro, se me acerca.
Me abraza con ternura, como dándome la bienvenida al lugar. Yo nunca la había visto en mi vida, Pero eso no impidió el que sintiera su calidez y amor, indicándome con su mano la dirección hacia el bosque, para que me dirigiera hacia ese lugar.
Así que me dirijo al bosque y sé que entre los árboles asoman personas, mientras yo camino, pero no las distingo, pero sé que están ahí observando.
Salgo del bosque y llego a un plano acercándome a un árbol muy grande.
Cansada de caminar me tiendo a un costado de éste, cerrando mis ojos.
Al instante se acerca alguien dándome un breve apretón en uno de mis hombros, y al dirigir mi mirada me encuentro con mi cuñado Pepe, ya fallecido hace 3 años atrás.
Estaba sin expresión alguna, vestido de blanco, camisa y pantalón de lino. Se mete la mano derecha al bolsillo y saca de ella una pequeña caja de plata en su mano.
Me la da y la tomo, era hermosa! Una pequeña caja de plata con bordes tallados y huecos que le dan un toque de elegancia. Y en el interior forrada de terciopelo rojo, sin nada adentro.
No sé por qué me lo dio, pero lo agradezco igual.
Al entregarme este regalo gira y se aleja, sin antes volver a girar para volver a mirarme, sin hacer la mínima expresión.
Sigo mi camino y en la mitad del prado veo de espalda a alguien vestida completamente de blanco. Su pelo era de un largo, negro, hermoso. Yo camino, y mi corazón parece que va a explotar. Sé que la conozco y mi emoción desborda por todas partes! Era ella, mi niña bella! Gira lentamente y me sonríe con esa sonrisa hermosa que solo ella tenía. Mi Andrea, mi bella sobrina.
Me abraza y ese abrazo me parece eterno, con cariño, con un inmenso amor.
No nos dijimos nada, solo eran emoción y sentimiento.
Ella me suelta y me indica que se acerca alguien más, haciéndose a un lado.
Fue extraño, está persona sale del bosque y camina hacia mí, también de polera manga corta blanca y pantalón igual.
A medida que se acerca no logro reconocer su rostro y solo me concentro en uno de sus brazos, que sobresalía un tatuaje ya conocido por mí. Un ancla con una virgen.
Ése era mi padre, quien se acerca y me abraza, y Dios! ese abrazo fue realmente tierno, de hecho mi imagen ya no era de una mujer, sino de una pequeña niña que abrazaba a su papá, con tanto amor cómo lo hace una hija a un padre.
El solo me dice en sentimiento y no en palabra ¡Lo siento! y yo solo le digo..."Te amo papá".
Realmente agradezco este bello viaje, el tomar nuevamente mis flores y volver a casa fue reconfortante, aunque muy cansador.
Sentí que utilice mucha energía en esto, pero realmente valió la pena, de verdad gracias!
Continuaré mi camino aprendiendo aún más y así lograr poder ayudar para hacer ascender a otros y dar paz, amor y consuelo.
Gracias infinitas por este regalo y don de Dios.
Con amor... Carola.