Aunque los lazos materiales desaparecen con a muerte de un Ser Querido,
los espirituales se fortalecen cuando nos unimos con ellos en oración.
12/04/2019
Hechos durante mi vuelo
La comunicación que percibía tanto de mi padre como de aquellos a los que sentí durante mi vuelo, era de Corazón a Corazón, telepática. En ningún momento note que alguien moviera los labios mas sin embargo podía comprender todo lo que me transmitían. Me gusta pensar que en el más allá todos hablamos el mismo idioma, el idioma del Amor.
También pude notar que los colores tenían más color, recuerdo ver flores y el césped, era tan hermoso, tan colorido. Sentía una gran paz, y todo lo veía como si fuera una película nueva, las imágenes se iban apareciendo, parecía que era espectador, pero al mismo tiempo participaba, era como un sueño, pero estaba despierta, todo se va dando como se tiene que dar y no como pensé que se daría. En cuanto al tiempo, jamás sentí las dos horas y media que duro mi vuelo, porque en ese momento el tiempo no era tiempo, creo que estaba demasiado desconectada y el tiempo no se sentía igual, yo pensé que había sido solo unos minutos y me lleve una sorpresa al darme cuenta de que no fue así.
La personalidad de mi padre y de los seres que percibí, y a los que no conocía, se hizo presente. Por ejemplo, Aday era muy juguetón, bailaba todo el tiempo y jugaba con picarme el ombligo, yo no entendía porque era así, era muy notorio, pero cuando Pino comenta de él, de su forma de ser, lo comprendo. También me mostró su guitarra, jamás pensé que el en vida pertenecía a una Murga, no tenia ni idea que era eso. Lo que más me impacto fue que al momento que José Luis, quien me estaba dirigiendo, me pregunta alguna situación acerca de la mano de Pino, madre de Aday, pude ver pecas en sus manos. También constantemente me mostraba un anillo grande. Pues bien Pino usaba un anillo que pertenecía a Aday y en efecto tiene pecas en las manos. Cabe mencionar que no conozco físicamente a Pino, pero pude percibir las pecas de una manera muy nítida. La respuesta que esperaban tanto José Luis como Pino era algo relacionado con un malestar que ella estaba sintiendo en ese momento en su mano. Eso para mi tiene mucho significado porque siento que ellos nos dan la vuelta con sus respuestas, para que no dudemos que son ellos. Si yo hubiera comentado lo de la molestia en la mano, tal vez pensarían que yo lo había intuido, pero no fue así. Creo que los vuelos no se pueden controlar y que ellos nos dan la información que creen pertinente, creo que nuestros seres controlan el vuelo.
Otro hecho es de que mi padre me daba a entender que no llorara en su tumba, que el no se encontraba ahí, que solo era el lugar donde se encontraban sus restos, que no sintiera dolor al visitar ese lugar, si quería llevarle flores estaba bien, pero el no estaba ahí. También me pidió que orara por las almas que están olvidadas, que mandara luz para ellas. Algo muy lindo es que papa me mostró una pantalla grande, donde pude ver edificios, semáforos, carros, y gente caminando por las calles y a lado de la gente que se encuentra en este plano físico veía esferas de luz, papa me dio a entender que son ellos, que siempre están con nosotros, que caminan a nuestro lado, cada persona tenia a alguien que lo seguía, pero que estábamos tan distraídos con el vaivén de esta vida que no los notábamos, era padrísima percibir esa escena. No estamos solos, aunque creamos que estamos muy solos, no lo estamos, ellos siempre nos vigilan, siempre están a nuestro lado, estamos tan distraídos con las “trampas” de esta vida que no nos damos cuenta de lo que podemos sentir, bueno así fue como lo percibí.
Estos son algunos hechos que he sentido durante mis vuelos, he vivido más, uno muy padre es que en mi primer vuelo José Luis me pedía que pisara una flor, yo trate de hacerlo, pero la flor me esquivaba, y si la pisaba era como un resorte, no la podía aplastar, la flor se levantaba y seguía intacta y con el mismo color, es que de seguro allá donde todo es armonía no existe la destrucción…
12/04/2019
Vuelo de la Mariposa 27/05/2017
Vamos a la pradera, de cada uno de nosotros sale un rayo que sube al cielo, y todos confluyen en un mismo punto abriendo una brecha, de ella emana una lluvia de energía amarilla que cae y nos baña a todos.
La semilla de mi corazón da como fruto unas ramas de olivo. No son vistosos, más bien escasos, sólo el tallo y hojas verdes de olivo. Me apena que sea tan poco exuberante, escaso, casi pobre. Pero decido no pensar en ello, sino mirarlo con cariño, ofrecerle amor a ese ser vivo, como se le ofrece al que es débil, especialmente cariñosa por su debilidad, por su necesidad de protección.
Le digo que lo voy a dejar allí plantado, que esté tranquilo, que luego volveré a por él y que si puede, me eche una manita.
Empezamos a caminar, pero mi visión es muy corta. No tengo perspectiva, no veo un paisaje abierto, solo puedo ver un metro por delante de mí como mucho. Estoy en un camino de tierra y voy vestida con una especie de mono blanco, traje pantalón de una sola pieza, muy bonito, vaporoso, con pliegues, los pies no me los veo pero supongo que voy descalza.
Me quedo estancada, no avanzo ni veo bien, así que me dejo llevar por lo que Jose Luis le dice a otra señora, sobre el pajarito. Lo recreo en mi mente, veo el pájaro, hablo con él, saltamos, le digo que me lleve, que me guie, nos elevamos.
Y veo delante de mí algo gracioso. Hay una especie de brocheta, como esas que son banderillas de salados (aceitunas, pepinillos, cebollitas, etc…) pero a escala humana. Esta en medio del aire y es alta. Empiezo a subir por ella, los tropezones me sirven de pie, de escalones. Algo surrealista pero así fue.
Subo y subo hasta llegar a un techo de nubes por donde atraviesa la brocheta. Sé que he llegado a un punto importante, desconcertante, así que atravieso al otro lado de las nubes, y me siento en esa colchoneta blanca de nubes.
Espero allí sentada y me pregunto, a ver qué pasa, a ver si viene alguien. Veo que se acerca un grupo de personas, pero sólo les veo de las rodillas para abajo, ni siquiera medio cuerpo (de cintura para abajo). Llevan túnicas, como esas que visten los senadores romanos antiguos, veo sus rodillas marcándose contra la tela a medida que caminan.
Llegan a donde estoy, están frente a mí, aunque no los veo ni los distingo.
Pregunto si Jaime está ahí, y empiezo a vislumbrarlo pero creo que lo estoy pensando yo, que lo estoy imaginando, que es construcción de mi mente por mi deseo de verle.
Aún así continuo con la experiencia. Su cara es alegre, guasona, no me dice nada, solo se rie con sonrisa picarona. Le extiendo mis manos y le digo que me las tome, no llego a sentirlo bien; siento algo su abrazo, pero creo que lo estaba creando yo. No importa, sigo.
Le pregunto quienes son los otros, y sin contestarme, voltea la cabeza riéndose, como diciendo, ahí están, míralos tu misma.
Una de las figuras del grupo se separa, como para hacerse notar, y sin verla en forma definida, siento que es mi madre. Vuelvo a sentir su sonrisa acogedora, su amor de madre que hace tanto tiempo no disfruto porque partió hace nueve años. Me emociono de sentir a mi madre, mucho, lloro de sentimiento.
La sentí más a ella que a Jaime.
Después les digo que no quiero pedirles nada, que siempre estamos pidiendo cosas, pero que ellos me digan o me ofrezcan lo que estimen más conveniente para mí, que ahí estoy yo para recibirlo.
Entonces se forma algo precioso. Delante de mí se forma un abanico de plumas de pavo real, azules, verdes, moradas, grande, a escala humana. Como si se levantara delante de mí una pared con la forma de ese abanico, después se flexiona haciendo un semicírculo alrededor mío.
Yo quedo dentro de ese espacio, de ese semicírculo y siento una energía muy bonita, tranquilizadora, revitalizante. Creo que me dieron entre todos un chute de energía.
Finalmente les doy las gracias y les digo que me voy porque me siento agotada.
Vuelvo al agujero por donde estaba la brocheta para bajar, pero ahora lo que hay es una barra de acero como esas por las que bajan los bomberos. Me agarro a ella y me deslizo hacia abajo, muy divertido, me tiré.
Cuando llego a donde estaba el ramo, no había ramo, en su lugar veo plantado en el suelo un objeto de madera, color marrón oscuro, y es un símbolo triangular; hay algo más dentro del triangulo pero no consigo distinguirlo. Solo percibo una forma triangular. Me extraño, pero lo cojo del suelo y me voy.
COMENTARIO de mi mente analizadora: José Luis, de lo relatado me da la impresión de que he recreado y montado yo mentalmente lo que ví de Jaime, era sentido, sí, pero también construido obedeciendo a mi deseo. Sin embargo, hay otras partes que tengo la certeza de no haberlas construido yo, jaja, lo de la brocheta, jamás se me ocurriría algo así, lo del abanico de pavo real, el símbolo triangular que encontré de vuelta en vez del ramo. Todas esas cosas no se me ocurrirían ni a mí ni a mi imaginación. Por lo tanto, me reafirman en la creencia de que podemos comunicar, que ellos tienen mensajes para nosotros. Eso no venía de mí, venía de fuera.
Estoy muy contenta de la experiencia de ayer, creo que para mí es un gran paso haber vivido, visto y sentido todo eso. Y seguiré intentándolo, porque confío en el amor, en ellos, en que todo llegará a su debido momento.
Muchísimas gracias a ti por ser tan amoroso, por tu preocupación y atención, me siento bendecida y reconfortada. Gracias a los compañeros de vuelo, de camino. Un grupo precioso.
12/04/2019
Recuerdo de esta manera, la voz de Carmen para mí era borrosa, le entendía poco me dio pena decir que me costaba entender sus palabras….
Solo puse intención y oí lo del árbol, a eso me dediqué a subir el árbol, a llegar arriba, vi una toda una ciudad era como rascacielos en el aire, sus colores eran como azul cielo y verde manzana.
Detallaré cosas que recuerdo, creo que no están en el audio,
La mujer que vi era hermosa su luz… su cara no la puedo detallar y creo saber porque, sencillamente siento que lo que esta allá arriba no tiene figura humana, luz incandescente, su vestido a veces lo vi de amarillo y es como si vera recorrer la energía por todo su ser, cuando la pienso en vez de sentirla puedo ver su cara con cierta nitidez.
En cuanto al encuentro con mi mamá, no vi su cuerpo, pero sentí y vi una energía brillante, cuando se me indicó que le pusiera cuerpo lo logré, es difusa la imagen, prevale la luz brillante sobre el cuerpo o tal vez hay mitad de luz y mitad cuerpo. Una fusión entre luz y cuerpo.
Al verla a ella y sentir su energía es como abrazar el aire tal vez, no sé cómo describirlo, luego el encuentro con mi papá fue igual de asombroso.
Cuando hablaste del resto de mis familiares y amigos, fue impresionante ver muchas luces, es decir, eran caras de muchas personas que reflejaban su propia luz, una imagen hermosa en mi cabeza.
Esa sensación de ser abrazada por el aire, por dar un nombre es espectacular, a medida que se fue desarrollando “El Vuelo de la Mariposa”. Con mis padres las sensaciones eran distintas… Con el chico la sensación del abrazo la sentí aún más, fue como abrazar una nube o un algodón por dar una comparación.
El chico fue espontaneo, su abrazo lleno de alegría, comprensión de saber que lo podía sentir y ver un poco, lo vi como si viniera en una calle caminando tranquilamente y m abraza… tú me dijiste que ya él sabía que hacer.
Con el señor de México, fue distinto su energía era pesada y oscura, lo pude ver desde su peso rellenito hasta lo flaco que llegó a ser...
No quería seguir el camino a la luz por lo que dices…
12/04/2019
“Ese día conseguí seguir la meditación y dejé que mi mente fuera libre. En mi vuelo siempre están mi marido y mi hijo, de hecho, somos los tres adolescentes que me imagino van a pasar el día al campo despreocupados de todo. Ellos van vestidos de calle; mi hijo con sus pantalones slim ajustados, zapatillas, su camisa y su corbata; mi marido con pantalones cortos, un polo y zapatillas blancas y, yo, con un vestido negro y descalza. Lo primero que hacemos es abrazarnos durante un rato largo, el suficiente para sentir nuestro calor; después formamos un círculo uniendo nuestras manos y miramos al sol, imaginando que un rayo se proyecta desde arriba y alcanza cada uno de nuestros corazones, permaneciendo así hasta que cada uno de nosotros va desapareciendo. Es entonces cuando me quedo sola y viene a mi mano una semilla brillante de la que van creciendo tallos verdes y flores de muchos colores. Lo abrazo, lo acaricio y después de susurrarle que me voy a ir a explorar el sitio donde estoy, lo dejo en el suelo plantado, pero no se queda solo, lo dejo cuidado por el perrito que mi hijo nos dejó.
A medida que me voy alejando del ramo y acercando al bosque de color verde oscuro, va apareciendo un árbol de un verde clarito, tronco esponjoso y muy mimoso; permanecemos en silencio y después él me sube a su copa; le doy las gracias y me ofrece una cesta llena de polvo de estrellas. Comienzo a mirar el horizonte.
A partir de este momento y en este segundo vuelo, todo lo que relato a continuación surgió de forma espontánea de mi mente sin que yo lo evocara. El paisaje es casi siempre verde y digo casi siempre porque no veo un único sitio, sino lugares difusos y cambiantes.
De repente veo muchos árboles y praderas muy verdes, como cuando tienen abundancia de agua, pero sin apenas pasar unos segundos se convierten en montañas nevadas o en paisajes que tienen un río muy largo que discurre entre montañas o, de repente se torna todo azul donde se fusiona el cielo con el mar. Todo cambia rápido, nada queda quieto.
Comienzo a volar sin prisa, lentamente, sobre la pradera y como por arte de magia viene un animalito: "es Bambi", pero no es real, ¡ es un dibujo animado ¡. Es como si le hubieran perfilado la silueta con un rotulador brillante y pintado el cuerpo de color blanco su lomo y su cabeza y el resto del cuerpo de un azul clarito mezclado con blanco brillante. Emite luz y cuando nos acercamos el uno al otro, no hablamos, sólo permanecemos en silencio. Las palabras no son necesarias, no las necesitamos, sólo observamos juntos el paisaje que continúa cambiando rápidamente. Bambi no puede volar, pero no importa, derramo parte del polvo de estrellas al aire y al momento se construyen unas escaleras de peldaños resplandecientes. Comenzamos a subirlos y cuando estamos en el último, llegamos a un mirador. Frente a nosotros, hay un río que se pierde entre las montañas. Nos sentamos y miramos; le acaricio, es muy mimoso, como el árbol, y la compañía mutua nos regala paz. El sueño continua sorprendiéndonos porque aparece un conejito que a diferencia de Bambi, ¡ si es real ¡; entre ellos parece como si ya se conocieran. Seguimos los tres en silencio, pero sentimos la necesidad de continuar el camino y vuelvo a espolvorear polvo de estrellas; ahora sí, los tres podemos volar y emprendemos viaje hacia el paisaje lleno de montañas, ríos y flores. Aparece un túnel y nos adentramos en él; es largo y estrecho pero también con mucha luz. Al final de este túnel vemos el árbol que me subió a su copa y un poco más adelante, chiquititos, muy chiquititos, vemos al ramo de flores junto al perrito de mi hijo. Los dos están tranquilos. Nos acercamos a ellos y el perrito corre a saludar al conejito y a Bambi; parece que también se conocen porque todos mueven su rabito. Dejamos de nuevo el ramo y al perrito y continuamos nuestro viaje para seguir explorando lugares que el sueño y esta aventuran me siguen regalando.
El silencio y su presencia me calman, es como si no hiciera falta nada más, pero tras este tiempo de paz, siento que debo despedirme de ellos y volver. Se alejan y yo regreso de nuevo, sobrevolando el árbol amigo, al lugar donde está el ramo de flores; el perrito lo ha cuidado muy bien porque ambos se sienten felices y éste olisquea el ramo suavemente; le digo que es hora de regresar a casa, que lo ha hecho muy bien y que es “un buen cuidador de ramos de flores”. Recojo el ramo con suavidad como si fuera un bebé, lo abrazo y le explico que tengo que volver con mis dos amigos, mi hijo y mi marido. El ramo lo comprende y lo entiende y, muy lentamente, va replegando sus ramas y flores hasta quedar de nuevo dentro de la semilla que está situada en la de mi mano.
Me acerco al círculo donde han vuelto a aparecer mi marido y mi hijo. Nos abrazamos los tres y en ese mismo momento la semilla salta de mi mano y se introduce en los tres corazones. Es hora de despedirse, ninguno queremos, pero no tenemos pena porque sabemos que volveremos a vernos.
Con las manos unidas levantamos la cabeza hacia el cielo y observamos como el rayo de luz brillante que nos une a los tres va desapareciendo, se eleva hacia el cielo cerrándose el círculo y dando paso a un cielo azul. Tenemos que despedirnos de nuestro hijo, así que lo abrazamos de nuevo y lo dejamos partir; se aleja, nos dice adiós con la mano y se adentra en el bosque. Su padre y yo nos quedamos mirando hasta que desaparece, nos damos la mano y nos vamos junto al perrito para emprender el camino de vuelta a casa.
No sé si Bambi es mi hijo, pero no siento necesidad, no tengo prisa en este vuelo por saberlo, quizás porque tengo miedo, no lo sé. Quiero creer que si Bambi es él, sabrá cuando decírmelo, él escogerá el momento adecuado para hacerlo.
12/04/2019
Soy la mayor de una familia de 6 hermanos que podían haber sido siete.
Nací con una hermana gemela, María, que falleció a las pocas horas de nacer. Desde que tengo uso de razón he echado de menos a esa hermana que no se quedó entre nosotros, y siempre me he preguntado cómo hubiera sido mi vida con ella aquí conmigo, y también ha sido una pregunta continua en mi vida donde estará ella, como, con quién…
Evidentemente la pérdida de mi hermana no me afectó en su momento, pero sí conforme fueron pasando los años y fui consciente de ello. No hay un solo día en mi vida que no piense en ella, o le pida ayuda para algo.
Mi búsqueda empezó hace muchos años, pero empezó a dar su fruto cuando un día en televisión vi una entrevista al matrimonio Dray, un matrimonio que había perdido a su hija, Karine, en un accidente de coche y que tras muchas investigaciones lograron comunicarse con ella a través de la transcomunicación instrumental, la TCI.
Busqué información sobre ellos en Internet, y al final conseguí hablar con ellos vía mail, me mandaron información y les compré su libro en el que recopilan todas las conversaciones mantenidas con su hija a través de ese medio. Su libro hace referencia en el titulo a El Vuelo de la Mariposa y eso me llevó a encontrar el foro del azul. Foro en el que encontré a Jose Luis, Encarnita, Abelia, Anabel, Antonio, Meli, Merce, Clau, Pino, Maria Angeles, Cami... Y tantas otras personas maravillosas (perdón a los que no nombre, pero somos tantos que no acabaría nunca) que me explicaron lo que era El vuelo de la mariposa. Personas que desde que las conozco forman parte de mi vida, son para mí como mi otra familia, porque nos comprendemos, y podemos hablar entre nosotros de cosas y temas de los que no hablarías con cualquier otra persona.
El vuelo de la mariposa es una meditación guiada en la que se hace imprescindible el amor. El amor hacia esos seres queridos nuestros que han partido. Y por supuesto la fe, y la esperanza de que no se acaba todo cuando cerramos los ojos, si no que continúa en otro plano, el plano espiritual.
Mi primer vuelo fue con Jose Luis y Encarnita. Yo estaba muy nerviosa y no había practicado mucho la meditación. Fue difícil para mí y no logré visualizar, pero el vuelo fue fantástico. Encarnita que tiene mucha facilidad para conectar entró en el vuelo y enseguida me dijo que estaba mi hermana y que venía con un niño de la mano. Yo dije que no sabía quién podía ser el niño, y Encarnita le preguntaba a mi hermana María que quién era. Le dijo que era su sobrino. Me quedé pasmada, porque no habíamos perdido a ningún niño en la familia, y así se lo dije. Pero tras varios intercambios de frases entre Encarnita y María se aclaró. El niño le dijo que era mi hijo, un bebé que perdí antes de que naciera. Dios mío!!! Aquello fue impactante para mí. Nadie de los que estábamos allí sabía que yo había perdido un bebe. Le preguntamos que cómo se llamaba y él contestó como yo quería ponerle: Álvaro.
María me hizo saber a través de Encarnita que siempre estaban juntos y que ella lo cuidaba como a un hijo. Para mí aquella revelación fue importantísima. Nunca había pensado que aquel bebé que se estaba formando en mi vientre siguiera vivo en el otro lado. Eso me hizo comprender que la vida comienza en el momento de la concepción, que desde el momento en que se unen el óvulo y el espermatozoide hay una vida, un alma, un ser dentro de nosotras. Realmente maravilloso.
Me pareció precioso! Aún hoy me emociono cada vez que recuerdo ese vuelo. Me hicieron saber que siempre están conmigo y me cuidan.
Ese fue mi primer vuelo. Después he realizado alguno más aunque no he llegado a visualizar bien, pero he recibido mensajes que han sido esperanzadores. Y digo esperanzadores en el sentido de que eran pruebas que posteriormente a los vuelos comprobábamos. Os pondré un ejemplo, que aunque no fue a mí directamente, sí me afectaba.
Mi primo Alfredo hizo un vuelo para contactar con su padre, mi tío. En él se le mandó un mensaje diciéndole que en un mueble guardado hace años había un papel con un mensaje.
Mi primo fue a buscar ese mueble, que estaba guardado hace muchos años, desde que su padre partió, y allí encontró un papel escrito de puño y letra por mi tío que decía: “Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie quiere morirse”.
Se nos pusieron los pelos de punta al encontrar aquella nota.
Mi vida y mi forma de entenderla han cambiado desde que entré en esta experiencia. La muerte no existe como tal, simplemente pasamos a otra vida. Estamos aquí de paso, y tan solo cuando Dios considera que ya has cumplido lo que tenía previsto para ti es cuando partimos al otro lado, a la VIDA de verdad, a la VIDA en Plenitud, Felicidad, Paz y Amor.
No temo a la muerte, no existe, simplemente es un viaje, un viaje maravilloso que nos lleva a la felicidad plena.
Ojalá todo el mundo tuviera esta percepción de lo que es la muerte. Ojalá ese miedo, ese temor a la muerte no existiera. Seriamos más felices todos.
Quiero dar las gracias a todas y cada una de esas personas maravillosas que me ayudaron a entender esto, y en especial a Jose Luis de la Rica, un hombre maravilloso al que admiro profundamente y que nos ha enseñado compartiendo sus propias experiencias a entender mejor la vida y ese viaje al que la mayoría de los humanos temen.
Gracias Jose Luis por tu dedicación, entrega, por tu tiempo, paciencia, por tu altruismo y por todo lo que has hecho por nosotros. Eres una persona maravillosa. GRACIAS.